El actual sistema educativo está en crisis, y la gran mayoría de las universidades no se han querido dar cuenta. Algunas instituciones de educación superior han hecho esfuerzos importantes por innovar y transformar sus modelos educativos, pero eso no resuelve el problema de fondo.
Sin ánimo de ser exhaustivo, comparto algunos problemas que enfrenta actualmente nuestro sistema educativo, y particularmente las escuelas / facultades de derecho:
Según el Periódico El País, en 2015 México tenía 1,113 instituciones o universidades que imparten la carrera de derecho. Estado de México tiene 119, Puebla 92, Ciudad de México 87, Veracruz 80, Guanajuato 57, Chiapas 55, Jalisco 52 y Nuevo León 49. Estos ocho estados concentran el 53% de las escuelas de derecho del país. Según la Encuesta Intercensal realizada por el INEGI en 2015, esos ocho son casualmente los estados más poblados. Según estadísticas del IMCO, son 1,576 instituciones las que actualmente ofertan la carrera de derecho en México. Como referencia, Estados Unidos tiene 237 universidades que imparten la carrera de derecho, Brasil 1,200 y la India 1,240.
De acuerdo con el IMCO, estudiar hoy día en una universidad privada tiene precios que van desde los $130,000 pesos hasta los $950,000 pesos en total, o incluso más.
Después de Medicina, una de las carreras más caras que se pueden estudiar en México es la Licenciatura de Derecho, según Universia. Universidades como la Panamericana o el ITAM, cobran colegiaturas que van desde los $630,000 hasta los $700,000 pesos.
El costo promedio de la carrera en una universidad privada es de $486,128, y el tiempo para recuperar la inversión es de 87 meses.
Las universidades más caras para estudiar una carrera profesional son: el ITAM, la UDEM, la Universidad Anáhuac y el Tec de Monterrey.
Muchas escuelas de derecho ofrecen programas académicos que no han sufrido cambios relevantes en las últimas dos o tres décadas. Materias como Derecho Romano I y II, Teoría del Derecho, Historia del Derecho y Filosofía del Derecho están presentes en la mayoría de los planes de estudio. Las áreas clásicas de las ciencias jurídicas, como del derecho civil, derecho penal, derecho mercantil, derecho laboral, derecho administrativo, derecho constitucional, e incluso el derecho agrario, parecieren inamovibles.
En ciertas universidades es común que el profesor que imparte derecho civil, también imparte derecho penal, derecho mercantil y derecho constitucional. Probablemente no tiene experiencia en ninguna de esas materias, pero son las materias que le ha pedido la universidad que imparta. Puede deberse a falta de personal docente capacitado, o simplemente que es más cómodo para la institución tener menos profesores. El porcentaje de profesores incompetentes o incapaces en las universidades, cada vez es más común.
Para las universidades públicas, muchas veces las prioridades se reducen a sobrevivir con el presupuesto asignado por el gobierno, y soportar las adversidades inherentes al entorno político propio de la época. Para las universidades privadas, las prioridades usualmente son económicas. Hay que aumentar la matrícula a toda costa. Buscan acreditarse ante consorcios internacionales y aparecer en la mayor cantidad de rankings posible. Brindar la mejor educación posible a los alumnos, no siempre es prioridad en las escuelas.
Cada vez con mayor frecuencia, las universidades tratan a los alumnos como si fueran clientes. Esto significa que a los profesores se les llega a instruir para que “no reprueben muchos estudiantes”, porque eso trae un impacto negativo en las colegiaturas.
Además, en ocasiones se les pide a los profesores que traten a los alumnos, más que con respeto, con delicadeza, pues podrían ser hijos de “padres influyentes”.
Según estadísticas del Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO), en México hay 1,082,336 personas que han terminado la carrera de derecho. Es la segunda carrera con mayor cantidad de personas. Actualmente, 356,953 personas están estudiando derecho. Tiene un 5.2% de tasa de desempleo, y un 26.7% de tasa de informalidad. Eso se traduce en que el 32% de los egresados no ejercen la abogacía. Casi el 66% de los abogados son subordinados, solo el 7.5% son empleadores y el 25% trabajan por cuenta propia. El salario promedio mensual de un abogado es de $12,240 pesos, convirtiéndose así en la 18ª carrera “mejor pagada”. El salario con posgrado asciende a $18,522 pesos.
La conferencia o divulgación es el método preferido por la mayoría de los profesores y las universidades. Si bien no tiene nada de malo en si este método, en ocasiones fomenta la figura de “profesor dueño de la verdad”. Lo usual es que el profesor se adentre en un monólogo mientras los alumnos fungen como receptores de la sabiduría compartida. ¿Es este el único y el mejor método para dar clases de derecho? Al menos en posgrado, algunas instituciones -como la Universidad Panamericana Campus Guadalajara y Campus Aguascalientes- han implementado el “método del caso” como estándar en ciertos programas.
Los salarios en el campo de la docencia siguen siendo un problema fundamental para el sector educativo. Quien da clases como actividad paralela al ejercicio de la profesión, lo hace sin duda por vocación y pasión. Los profesores de tiempo completo, salvo que sean doctores e investigadores encumbrados, suelen vivir con un salario precario o modesto. Y no es que les vaya mal a las universidades (privadas), pues con lo que cobran de colegiaturas, sin duda podrían pagar mejor a sus profesores.
Las universidades públicas suelen ser víctimas de paros, huelgas, tomas de instalaciones e incluso de protestas violentas, realizadas por estudiantes o grupos de choque. Justificadas o no, estas acciones perjudican siempre a los alumnos, quienes sufren interrupciones importantes en sus ciclos de aprendizaje. Aunado a lo anterior, el acoso sexual, la inseguridad y los suicidios son problemas graves que acechan a todo tipo de universidades.
En algunas escuelas se sigue fomentando la figura del “profesor-dios”. No solo se le tiene que respetar, sino casi venerar. El profesor es dueño de la verdad, no se le cuestiona. El profesor puede ser prepotente, altanero, misógino, burlón y hasta condescendiente con los alumnos. El profesor es tan importante que muchas de las clases no las puede atender, pero para eso manda al “suplente”.
Las habilidades duras están relacionadas con el conocimiento profesional, con conocimientos técnicos específicos y concretos. Son enseñables y medibles /cuantificables. Son técnicas o conocimientos que generalmente se aprenden en la escuela o mediante la capacitación en el trabajo. Por el contrario, las habilidades blandas son las características que te hacen un buen empleado, como la etiqueta, la comunicación y llevarse bien con otras personas. Usualmente se identifican también como rasgos de personalidad, tales como el liderazgo, la inteligencia emocional, la innovación o el pensamiento crítico. Las universidades suelen prepararte con habilidades duras, rara vez se preocupan por dotarte de habilidades blandas.
Es claro que hace falta mucho por hacer en lo que a enseñanza del derecho se refiere. La gran cantidad de universidades que ofertan la carrera, provoca serios problemas de calidad en los egresados, además de una sobrepoblación en la abogacía.
Los recién egresados no solo competirán con un millón de abogados, sino también competirán contra máquinas. El auge de la inteligencia artificial, el big data y el legaltech, ponen en riesgo la inserción inmediata de los recién egresados al mercado laboral. Es claro que muchas tareas que hacen típicamente los pasantes y recién egresados, pueden ser ejecutadas por máquinas en una fracción de tiempo, e incluso con mejores resultados.
La popularidad de plataformas legaltech, ha provocado que muchas personas se alejen de los abogados, pues ya es posible obtener por Internet un contrato, una asamblea u otros documentos legales, en mucho menos tiempo y a un costo más accesible de lo que hubiera cobrado un abogado.
Contratación basada en habilidades, no en títulos
Aunado a lo anterior, existe una creciente tendencia en las empresas, particularmente del sector tecnológico, para hacer contrataciones basadas en habilidades y no necesariamente en títulos.
Bill Gates apuesta por la contratación basada en habilidades y no en títulos.
La Fundación Bill y Melinda Gates está haciendo un esfuerzo importante por alentar a las empresas a que contraten a sus empleados basándose en su competencia y habilidades, y no en si tienen o no tienen un titulo oficial. De no ser así, opinan, muchas empresas están pasando por alto a potenciales empleados cualificados que se han preocupado por dominar un determinado campo solo porque no han podido acceder a la universidad.
europapress.es
Habilidades, pesan más que un título; el conocimiento académico se hace obsoleto.
“Se agotó el modelo en donde el título era la moneda de cambio. Hay industrias que por su naturaleza le perdieron la confianza al título universitario hace tiempo y que actualmente no lo ponen en primer lugar en sus estrategias de reclutamiento, selección y gestión de talento”, comentó Jorge Barragán, director general para México de la International Youth Foundation (IYF).
elfinanciero.com.mx
Google, IBM y Apple ofrecen empleo a personas sin títulos universitarios.
El buscador de empleo Glassdoor, un portal especializado en la búsqueda de trabajo relacionada con el sector tecnológico, recopiló una lista de 15 compañías que ofertan empleos para los cuales no requieren que los candidatos cuenten con estudios universitarios. Starbucks, Ernst & Young, Hilton, Penguin Random House, Publix o Bank of America, son firmas que se están enfocando en candidatos con experiencia y conocimientos obtenidos de manera autodidacta para optar por cargos cualificados.
“Cuando ves a personas que no fueron a la escuela y que se hicieron un lugar en el mundo, estás viendo a humanos excepcionales”, dijo Laszlo Block, de recursos humanos en Google, en una entrevista para The New York Times hace unos años. “Debemos hacer todo lo que podamos para encontrar a esas personas”; agregó.
mundiario.com
“…en lugar de enfocarse de manera exclusiva en candidatos que fueron a la universidad, IBM mira también a los prospectos con experiencia práctica en bootcamps o con experiencia en la industria por vocación y autoaprendizaje”.
Joanna Daley,
vicepresidenta de Talento de IBM
Las ofertas de empleo de Apple demuestran que lo más valorado es la experiencia, sin importar dónde se adquirieron las habilidades de aprendizaje. No hay que olvidar que el propio Steve Jobs nunca llegó a graduarse en la universidad y Steve Wozniak lo hizo una década después de haber consolidado Apple.
Cult of Mac
Actualización ¿la vacuna contra la obsolescencia?
Por décadas, las universidades nos han vendido la idea de que la única manera de crecer en el ámbito profesional, es cursando una maestría, una especialidad o un doctorado. Las estadísticas respaldan esta idea, pues nadie puede negar que un egresado con posgrado, gana por lo general más que alguien que no ha cursado estudios después de terminar la carrera.
Sin embargo, tampoco podemos ignorar que en todo el mundo hay abogados muy exitosos que no cursaron una maestría, ni un doctorado.
Hay quienes afirman que todo título profesional debería tener fecha de caducidad. El conocimiento no es vitalicio, lo aprendido en la escuela se olvida si no se ejerce. En el mejor de los casos, las universidades cambian sus planes de estudio cada 5 años, y “cambiar” no siempre significa mejorar.
Frecuentemente, cuando el alumno egresa de la licenciatura en derecho, su título es obsoleto al menos parcialmente. El derecho es dinámico por naturaleza. Los planes de estudio deben ajustarse a la realidad política, económica, regulatoria y social en que vivimos.
Y no solo los planes de estudio, los profesores también deben mantenerse actualizados. Durante muchos años di clases de Derecho Informático en diferentes universidades, materia que casi siempre se cursa en últimos semestres.
El primer día de clases, solía preguntarles a mis alumnos les preguntaba: “Cuando cursaron Derecho Civil, ¿vieron el consentimiento por medios electrónicos?”, “Cuando cursaron Derecho Mercantil”, ¿vieron comercio electrónico / firma electrónica?”, “Cuando cursaron Derecho Penal, ¿vieron delitos informáticos?”, “Cuando cursaron Propiedad Intelectual, ¿vieron nombres de dominio?” El 80% de las veces, las respuestas fueron: “no”.
Si no puedes cursar una especialización, maestría o doctorado, la actualización tendrá que venir por la vía de cursos, seminarios, diplomados y otros programas de extensión que ofrecen diversas instituciones. En México los principales colegios de abogados, para certificar a sus miembros, les exigen horas de capacitación que obtienen al asistir a eventos. En Estados Unidos, país en donde la colegiación es obligatoria, las barras de abogados exigen a sus miembros cierto número de horas de capacitación al año.
La polémica por las materias innecesarias en los planes de estudio
Hace poco más de un año, Gerardo Laveaga, abogado egresado de la Escuela Libre de Derecho, entonces Director General del Instituto Nacional de Ciencias Penales (INACIPE), publicó un par de tuits que generaron polémica:
Afirmé que estudiar Derecho Romano en un mundo complejo y especializado como el nuestro no sirve para nada. Corrijo: puede servir para confundir a clientes incautos y a jueces pretenciosos. También, para prolongar juicios. Sobre todo, si se cita ampulosamente y en latín original.
— Gerardo Laveaga 🇺🇳 (@GLaveaga) February 24, 2020
Mientras en Harvard, Cambridge, Oxford y Yale los estudiantes de Derecho vinculan los saberes jurídicos con TIC’s e inteligencia artificial, con la neurociencia y el espacio exterior, en México seguimos memorizando las fórmulas para manumitir esclavos en la Roma de hace 2500 años
— Gerardo Laveaga 🇺🇳 (@GLaveaga) February 25, 2020
Sus tuits no fueron bien recibidos por centenares de veneradores del Derecho Romano. Sin embargo, en conjunto, ambos tuits recibieron más de dos mil setecientos “me gusta”. Pero la cosa no paró ahí. Meses después, Gerardo publicó un artículo en la Revista “El Mundo del Abogado” intitulado: “Por qué no conviene estudiar Derecho Romano en la universidad“.
En dicho artículo, al referirse a una ponencia que brindó en un Congreso organizado por la Barra Mexicana de Abogados, Gerardo afirma que lamentablemente, mientras en las universidades más importantes del mundo y en algunas de México vinculan los saberes jurídicos con las TIC y la inteligencia artificial, con la neurociencia y el Derecho espacial, en otras sigue enseñándose cómo se manumitían esclavos en la Roma de hace siglos: In sacrosanta ecclesia, Per vindicta, Inter amicos y Per mensam, entre otras.
Coincido con el autor, cuando comenta que desgraciadamente no hay tiempo para (estudiar) todo: debemos discriminar y elegir. En este ejercicio, el Derecho Romano en uno de esos lastres del que debemos deshacernos en la primera oportunidad.
Gerardo también manifiesta que conoce a muchos jueces, litigantes y académicos que nunca llevaron un curso de Derecho Romano y esto no les ha impedido ser exitosos operadores de nuestro sistema jurídico. Celebro y suscribo las reflexiones de Gerardo. En más de 25 años de ejercicio profesional, nunca he necesitado saber de Derecho Romano.
Colegiación obligatoria
La falta de colegiación obligatoria en México, no solo provoca, sino fomenta la existencia de una amplia población de abogados cuyos títulos deberían declararse obsoletos.
La preparación en el mundo jurídico no está bajo el monopolio de las universidades. Desde luego que podemos buscar mejorar nuestro perfil profesional con una maestría o una especialidad, pero la capacitación continua se da a través de cursos, conferencias, seminarios, diplomados, talleres y congresos.
En Estados Unidos la colegiación es obligatoria. La pertenencia a la American Bar Association, al igual que la mayoría de las barras, funciona a través de un sistema de “créditos de educación continua” (CLE). Como ejemplo, la Barra de Abogados del Estado de Washington requiere a sus abogados acreditar 45 horas de CLE cada 3 años.
De esas 45 horas, 6 horas deben estar relacionadas con programas de ética y responsabilidad profesional. En otras palabras, los abogados deben capacitarse 15 horas anuales, de las cuales al menos 2 deben versar sobre temas relacionados con ética y responsabilidad profesional.
La Barra aclara que los abogados pueden obtener todos los créditos a través de programas en vivo aprobados, productos grabados u otros métodos aprobados para obtener crédito, tales como escribir y dar clases. Por “programas en vivo” se consideran: programas presenciales, seminarios web y teleconferencias.
Perfiles híbridos y educación mixta
No todos los abogados somos iguales. Y obvio, no lo digo en un sentido discriminatorio o despectivo. Los abogados somos como los vehículos, cada uno resuelve distintas necesidades, y por lo tanto, requiere distintos componentes.
Un barco no requiere las mismas piezas que un avión, ni tampoco los de un ferrocarril. Un automóvil de carreras no necesita tener las características de un todo terreno. Los automóviles eléctricos son muy distintos -en su funcionamiento y componentes- a los coches de combustión. Sin embargo, todos los vehículos necesitan un motor, un método de propulsión y transportar pasajeros o mercancías.
Así, el abogado civilista no requiere los conocimientos de un penalista. El abogado laboralista no necesita saber lo que su colega experto en telecomunicaciones. El agrarista no requiere conocer las particularidades del derecho fiscal. Por ello, no se puede medir igual a todos los abogados, ni se puede formar igual a todos los estudiantes de derecho.
Es verdad, todos los vehículos tienen en común que necesitan un motor para desplazarse. De la misma forma, todos los estudiantes cuando se están formando como abogados, requerirán ciertas bases jurídicas y conocimientos fundamentales de las ramas clásicas del derecho.
Pero debe haber un momento en la carrera de derecho, quizás a partir del sexto semestre, donde al estudiante se le den opciones para irse encaminando a una rama o especialidad profesional. Lo mínimo sería darle a elegir entre: derecho público, derecho privado y quizás derecho internacional.
Pero las opciones no tienen por qué limitarse a esas tres. Quizás el estudiante esté interesado en aprender sobre economía, finanzas, ciencias políticas, administración, o incluso pudiera estar interesado en aprender a programar o desarrollar habilidades informáticas.
Desde hace muchos años, el único caso de perfiles híbridos se da tradicionalmente en los abogados que estudian contaduría, o en los contadores que se convierten en abogados. El derecho fiscal es quizás, la prueba de que dos profesiones pueden combinarse para convertirse en un mejor prestador de servicios profesionales.
Tanto la contaduría, como el derecho, la economía, las finanzas y las ciencias políticas son profesiones relativamente afines. Muchos abogados conocemos a colegas que se dedican a cuestiones económicas y financieras, así como abogados que se dedican a la política.
Sin embargo, ¿se imaginan a un ingeniero-abogado o a un abogado-ingeniero? Este 2021, cumplo 24 años como profesor de licenciatura y posgrado. En los últimos 5 años me ha tocado ver, cada vez con mayor frecuencia, ingenieros en sistemas o licenciados en informática que estudian derecho como una segunda carrera. Lo que todavía no me ha tocado conocer, es a un abogado que estudie informática como segunda carrera.
La caja de pandora que destapó Covid-19
En los primeros meses de la pandemia, las universidades sufrieron de manera muy particular. Las clases estaban (y siguen) suspendidas. Me consta como muchos centros educativos vivieron entornos VICA (volátiles, inciertos, complejos y ambiguos).
En el mejor de los casos, les tomó meses decidir la contratación de una plataforma electrónica para migrar al modelo educativo en línea. Pero esa decisión, tenía muchas implicaciones:
- ¿Qué modelo educativo en línea debo elegir? ¿e-learning sincrónico, e-learning asincrónico, d-learning, b-learning, m-learning?
- ¿Necesito una plataforma de videoconferencias o un LMS (learning management system)? o ¿necesito ambos?
- ¿Cuál plataforma de videoconferencias / LMS es mejor? ¿Me animo a contratar una solución open source, compro una licencia o desarrollo una propia?
- Ya decidí el modelo educativo y ya tengo plataforma de videoconferencias / LMS. ¿¡Ahora qué hago!?
Lo peor, es que muchas universidades no dimensionaron el tamaño del problema. Pensaron que con contratar una buena licencia de Zoom, Moodle, Blackboard o Webex era suficiente para continuar con las clases, como si nada hubiera pasado.
El problema para los centros educativos, no era que se hayan tirado un clavado en altamar con un salvavidas patito, el problema fue que se aventaron al agua sin saber nadar, en medio de un tsunami. La mayoría de los profesores no tenían idea de cómo usar estas plataformas de videconferencias, y mucho menos tenían idea de lo que era un LMS. Si bien los alumnos, nativos digitales la mayoría, saben usar muy bien herramientas tecnológicas, tampoco significaba que estuvieran listos para cambiar el salón de clases por un aula virtual.
Una compañera de ANADE me dijo: “Joel, el problema real es que muchos abogados son excelentes profesores en un salón de clases tradicional, pero son pésimos docentes en un aula virtual“. Y tiene toda la razón. Un buen piloto de Fórmula 1, quizás no sea la mejor opción para conducir un todoterreno en Baja 1000. Un pedalista de ciclismo en ruta, probablemente tenga un mal desempeño en una carrera de bicicleta de montaña.
¿Era necesario Covid-19 para que el sistema educativo despertara?
En el año 1997 el Tecnológico de Monterrey creó la Universidad Virtual. Ofrecía sus programas académicos y de educación continua en México y en casi toda Latinoamérica. Comienzó desde entonces el rediseño del proceso enseñanza- aprendizaje a distancia.
En 1999 fui invitado a ser profesor fundador de la Maestría en Comercio Electrónico de dicha Universidad Virtual del Tec, programa académico híbrido. Tenía aproximadamente 30 alumnos en un aula convencional, pero dotada de camarógrafos y cámaras automatizadas, porque la clase era impartida vía satélite, lo que permitía llegar a casi 300 alumnos en varios países de la región.
En 2018 el Tecnológico de Monterrey dio su primera clase formal con un holograma bidimensional a más de 160 alumnos de 5 campus, una tecnología popularizada por filmes de ciencia ficción al estilo Star Wars. Aunque el Tec es pionero en clases de telepresencia, no había tenido aún ya una formal donde el maestro fuera un holograma y los estudiantes pudieran verlo proyectado de cuerpo entero, a kilómetros de distancia.
Este video lo tomé en el Campus Querétaro del ITESM, en enero de 2019. El ex-secretario de gobernación y actual Decano de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tecnológico de Monterrey, Alejandro Poiré, impartió su conferencia como un holograma.
En 1997 no había ningún virus o pandemia que motivara al Tec a crear, quizás, la primera Universidad Virtual en Iberoamérica. Veinticinco años después, fue el SARS-CoV-2 el responsable de que nuestras queridas universidades despertaran de ese aletargamiento voluntario en el que seguían sumergidas.
¿Era necesaria una pandemia para que las Universidades vieran a la tecnología como un gran aliado y no como un patito feo? Si eres una institución educativa innovadora y disruptiva, no necesitas que ningún factor externo te motive a tomar las mejores decisiones. Pero cuando estás encerrado en tu malentendida comodidad, cuando piensas al estilo gringo “if ain’t broke don’t fix it” (“si funciona, no lo arregles”), si, desafortunadamente se necesita un virus para que te despierte de tu hibernación voluntaria.
Las virtudes y defectos de la educación continua
Todos fuimos testigos como en 2020, el Covid-19 creó un tsunami de videconferencias, webinars y todo tipo de eventos vía Zoom, Facebook Live y YouTube. Dentro de esta vorágine tecnológica, es posible encontrar tanto virtudes como defectos.
Virtudes
Defectos
- Actualización oportuna. Ante un cambio repentino en el entorno legal (reformas legislativas o publicación de normas) los profesionales pueden actualizar sus conocimientos rápidamente a través de cursos, seminarios y diplomados, sin necesidad de esperar a que una universidad organice un posgrado, especialidad o maestría sobre la materia.
- Democratización de los servicios educativos gracias a la masificación de herramientas tecnológicas. Hoy no tienes que ser una universidad o instituto educativo para poder transmitir conocimiento o brindar actualización profesional. Colegios de abogados y asociaciones pueden tener a su alacance, las mismas herramientas que las universidades.
- Cualquiera se convierte en capacitador. En la actualidad, cualquier persona física (youtuber o influencer), colectivo o agrupación puede ofertar todo tipo de “programas académicos” que no requieran RVOE, teniendo el potencial de llegar al mismo número de personas que las universidades, centros educativos o colegios de abogados.
- Calidad académica. Esta pluralidad de “agentes educativos” trae consigo un riesgo importante: que se ofrezcan programas de capacitación o actualización de dudosa calidad.
- Falta de uniformidad. Es lamentable que hoy se ofrezcan cursos disfrazados de diplomados de tan solo 30 horas de duración. También hay quienes ofrecen “certificaciones” sin siquiera ser abogados, colegios de abogados o instituciones de prestigio.
Etapas clave en la formación de un abogado
Existen las siguientes etapas clave que contribuyen a la formación de todo abogado postulante:
Formación universitaria
Son las universidades las responsables por formar abogados, en donde predomina el conocimienteo teórico del derecho. El alumno se gradúa con una visión global y básica del derecho.
Experiencia profesional
Durante su ejercicio profesional, ya sea en despachos, empresas o en el gobierno, el abogado conoce la práctica del quehacer jurídico. El aprendizaje se da de forma autodidacta o colaborativa.
Especialización
Esta etapa se puede desarrollar cursando una especialidad, un posgrado o una maestría. Los abogados buscan profundizar sus conocimientos en una área en particular.
Actualización y capacitación continua
Tomando cursos y diplomados, así como asistiendo a congresos y conferencias, el abogado se mantiene actualizado al recibir conocimiento de manera oportuna.
Sin embargo, a lo largo de estos 4 momentos formativos (aunque particularmente en el último), el abogado puede aprender, y fortalecer su aprendizaje tradicional, a través de las tecnologías de información. A continuación comparto una lista parcial de herramientas educativas basadas en tecnología:
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Edutubers, una revolución en el aprendizaje para los jóvenes. Un edutuber es una persona que usa YouTube para compartir sus conocimientos con el resto del mundo. Son los influencers de la educación en línea. Suelen ser expertos en algún asunto en particular y aportan su toque personal, lo cual contribuye a que el aprendizaje sea más ameno y cercano. En esta red social, cada día se comparten quizás millones de videos enfocados a la enseñanza y a la divulgación.
- Webinars. Organizar un “seminario web” en la actualidad cuesta muy barato y es relativamente sencillo implementarlo con una de las muchas herramientas que abunda en el mercado.
Los errores del pasado (y del presente) de las escuelas de derecho
- Pensar que la tecnología es un “remedio temporal” ante Covid-19: Cuando termine la pandemia, regresaremos corriendo al sistema tradicional de clases presenciales. La tecnología es el mejor aliado de cualquier institución educativa, con o sin pandemia.
- Pensar que los temas de “transformación digital, legaltech y derecho digital”, son una moda pasajera, como en su momento lo fueron otros temas. En un futuro los substituiremos por “derecho del deporte”, “derecho espacial” u otros temas que suenen novedosos. Estos temas son esenciales en la formación profesional de todo estudiante de derecho.
- Realizar cursos, congresos y seminarios de “derecho y tecnología” será suficiente para cubrir esa moda pasajera. Todo evento sobre estos temas suma, pero no substituye la necesidad de que los alumnos aprendan la convergencia del derecho y la tecnología desde la carrera.
Desafíos para las escuelas de derecho y colegios de abogados
Concluiré este artículo con los que yo creo son los principales desafíos para las escuelas de derecho y colegios de abogados, frente a la obsolescencia y la problemática que vive nuestro sistema educativo.
Escuelas de derecho
- Mantener actualizados constantemente sus planes de estudio. Si los trámites de renovación de RVOE lo complican, siempre existirá la posibilidad de fortalecer las materias optativas.
- Incluir como materia obligatoria en los planes de estudio: Derecho Digital (también conocida como Derecho Informático o Derecho de las Tecnologías de Información). En los albores de la cuarta revolución industrial, es impensable que un abogado no conozca las implicaciones jurídicas de las tecnologías emergentes.
- Fortalecer los planes de estudio con materias de negocios, de informática, idiomas y habilidades blandas. Los profesionales híbridos, más que una realidad, son ya una necesidad.
- Realizar análisis y estudios de mercado para determinar cuántos abogados deberían admitir, y cuáles son las necesidades de la sociedad, para fomentar las especialidades idóneas.
Colegios de abogados
- Seguir impulsando la colegiación obligatoria. Es la única manera de elevar la calidad, estándares y mejores prácticas en la abogacía.
- Incluir en sus códigos de ética como un deber fundamental la competencia tecnológica. En 2021, un abogado que no sabe de tecnología es un abogado incompetente y obsoleto.
- Fomentar entre sus agremiados, la exploración y uso de herramientas tecnológicas que les sirvan para mejorar y fortalecer su práctica profesional.
- Fortalecer vínculos con la industria y con las universidades, a efecto de poder transmitir a éstas últimas, las necesidades de las empresas. De esta forma se podrán adecuar los planes de estudios para que se formen los abogados que la sociedad necesita.
En 2018, 31 estados en los Estados Unidos ya habían modificado sus reglas de conducta ética para incluir la “competencia tecnológica” como un deber fundamental de los abogados en ejercicio.
Todos los cambios se derivan de la modificación que la American Bar Association hizo en 2012 para incluir la competencia tecnológica como parte de su Regla Modelo de Reglas de Conducta Profesional 1.1, que dice: “Para mantener el conocimiento y la habilidad necesarios, un abogado debe mantenerse al tanto de la ley y su práctica, incluidos los beneficios y riesgos asociados con la tecnología relevante, participar en estudios y educación continuos y cumplir con todos los requisitos de educación legal continua a los que está sujeto el abogado“.
México necesita mejores abogados, mejores docentes, mejores universidades y mejores estudiantes. Se trata de una relación simbiótica en donde los organismos involucrados -los simbiontes- mantienen una relación de beneficio para todos.
Acerca del autor
Abogado Digital desde 1996. Egresado del Tec de Monterrey y de la Universidad de Arizona. Miembro del grupo de expertos del Consejo de Europa. Presidente Fundador de la Academia Mexicana de Derecho Informático, A.C. (2001). Socio Fundador y Director de Lex Informática Abogados, S.C. (2011). Director Fundador de la Escuela de Derecho Digital, A.C. Vicepresidente Jurídico del Consejo de Seguridad de la Información y Ciberseguridad, A.C. Profesor de programas de licenciatura y posgrado del ITESM (1998), la Universidad Panamericana (2001), Escuela Libre de Derecho (2019), UDLAP Jenkins Graduate School (2019), IIJ de la UNAM (2020), Universidad de Monterrey (2020) y del Tribunal Federal de Justicia Administrativa (2021).
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